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Proyecto

Sinopsis

 

Rubén es un argentino de 60 años que lleva más de veinte años trabajando en el Instituto de Botánica Sistemática rodeado del Jardín Botánico de Zurich, Suiza. En 1976 fue secuestrado por la dictadura militar argentina. Fue detenido ilegalmente, torturado y desaparecido durante meses en distintos Centros Clandestinos de Detención. Un episodio que en su totalidad duró dos años, hasta que lo legalizan en una cárcel oficial y lo ponen a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. En 1978 fue expatriado a España y en 1982 una historia de amor le llevó a Suiza: su país de exilio hasta la actualidad.

 

Rubén nos presenta su vida en los centros clandestinos. Nos habla sobre la sensación de estar sobreviviendo constantemente, también durante su exilio en Suiza. Su vida es sobrevivir; sentir que hay que empezar de cero una y otra vez, incluso ahora. En contraposición a este sentimiento, está su día a día en el Jardín Botánico. El hecho de estar organizando a diario herbarios de forma sistemática, genera paz a su desconcierto. Y sin embargo, las torturas siguen ahí. Siempre. Cualquier hecho puede alterar su rutina repentinamente y hacerle recordar la impotencia y el horror de aquel entonces. Puedes llegar a acostumbrarte a las torturas, pero jamás podrás deshacerte de ellas, manifiesta Rubén. Por este mismo motivo, Rubén sigue luchando por expiación y justicia en su país, siendo testigo en los procesos contra los responsables de la dictadura militar.

 

Sobre su vida en Suiza, Rubén tiene sentimientos encontrados. Es cierto que el poder vivir aquí, construir un hogar con un balcón con vistas a un prado con ovejas y disfrutar de los paseos por la ciudad y los jardines de Zurich le inspira confianza. Pero a pesar de esto, Rubén tuvo y tiene, incluso hoy en día, la sensación de seguir siendo un foráneo, de no pertenecer a esa comunidad, a ese lugar. Agradece a Suiza todo lo que se le puede agradecer, pero no deja de observar su país de exilio con una mirada crítica.

 

Documentación de una vida en exilio

 

El filme sobre Rubén es una película sobre una vida en el exilio. No se trata aquí de una migración voluntaria, sino de una migración no planeada de un perseguido político. La vida en el exilio está automáticamente unida al dolor, al despojo, a la no pertenencia. Pero el exilio también ofrece otra cara: la de las nuevas amistades, ambientes diferentes, una pipa con tabaco fragante, un buen vino...

Durante los años en los centros clandestinos, hablar sobre un asado entre amigos era un tema recurrente; un tema sobre el que conversaban los prisioneros por las noches, mientras pasaba el tiempo a cuentagotas, hambrientos, muertos de frío; apoyándose los unos a los otros cuando los arrojaban de vuelta a sus celdas, rotos a pedazos tras las infames torturas, sin tan siquiera saber si esa pesadilla iba a acabar algún día, sin ni siquiera saber si lograrían sobrevivir.

 

El filme se centra en la historia de Rubén en el exilio, en sus constantes recuerdos traumáticos de los centros clandestinos y en su papel como testigo clave en los procesos contra los responsables de la dictadura militar. El documental también enfoca su día a día, su trabajo en su cubículo del archivo, sus pausas en el Jardín Botánico, sus momentos de placer fumando pipa entre los árboles.

 

Rubén empezó a escribir de joven. En 1980, estando ya en el exilio, publicó su libro “Mañana será otro día”. Extractos hablados de esta obra dan voz en el documental a los recuerdos de Rubén durante su cautiverio y muestran como todavía hoy determinan su vida, probablemente de forma inevitable.

 

El amor condujo a Rubén a la localidad de Sargans, su primer lugar de residencia en Suiza. Ahí encontró un nuevo hogar gracias en parte al grupo regional de Amnistía Internacional. Él, un hombre de ciudad, hubiera deseado que esta vida rural tan sosegada le brindara la oportunidad de poder empezar realmente de nuevo. Pero no fue así. Se impuso la compleja realidad del exilio y destrozó el matrimonio. Se mudó a Zurich y encontró un trabajo en el Instituto de Botánica Sistemática en el Jardín Botánico.

 

Rubén sabe bien que las democracias en Argentina son de lo más frágil. Este hecho sumado a todo lo anterior, acabó por hacerle luchar de forma activa por la justicia en su país. Testimonió en los procesos de los ex torturadores de la dictadura. Su lucha en pro a la causa “contra el olvido” se convirtió en el sentido de su vida en sus más de 30 años de exilio.

 

El documental muestra mano a mano de Rubén lo que significa el exilio para un perseguido político. En una época en la que el solicitante de exilio o el refugiado representa más un problema para la nación que una carga para la sociedad de destino, queremos mostrar la perspectiva de un afectado, representante de muchos otros que tuvieron que dejar su vida no por una aventura, sino para sobrevivir. El documental sólo le da voz a Rubén, adrede, sin comentarios de amigos o expertos teóricos en la temática. De esta forma, nos adentramos en el hado de Rubén y reflexionamos sobre nuestros juicios y prejuicios respecto a los exiliados, y sobre nuestra conducta con todos aquellos que han tenido y tienen que vivir en el exilio.

 

Antecedentes

 

Argentina, a pesar de tener una historia joven, está repleta de infinidad de dictaduras. Una de las más crueles, que cometió miles de violaciones de derechos humanos, fue la infame dictadura de la Junta, bajo el mando del General Videla de 1976 a 1981, y el General Bignone de 1982 a 1983.

Durante ese período, aproximadamente 30 000 personas fueron secuestradas, muchas de ellas siguen desaparecidas hoy en día.

Uno de los métodos más monstruosos que usaba la Junta consistía en torturar a los secuestrados hasta casi llevarlos a la muerte y luego lanzarlos desde el avión al mar: los vuelos de la muerte. A las embarazadas que arrastraban a los centros clandestinos, les robaban los recién nacidos y los donaban a familias bajo registro ilegal e identidad falsa. Se cree que hay unos 500 casos de robo de bebés.

Las “Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo” llevan años sin dejar de luchar, clamando justicia, destapando los delitos de la dictadura militar y señalando todavía hoy a los torturadores que tras el fin de la dictadura siguen viviendo impunes. Su lucha continúa. Siguen buscando sus hijos y nietos desaparecidos. Con su arduo trabajo y colaboración con otras entidades, consiguieron llevar parte de los responsables a juicio. En el año 2011, condenaron a cadena perpetua al que fuera capitán de la marina Alfredo Astiz y 15 personas más por crímenes contra la humanidad. Los dictadores de la junta militar el General Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone también fueron condenados a cadena perpetua.

 

En el último juicio referente a la causa de los robos de bebés en julio de 2012, donde Rubén fue llamado a declarar como testigo, Videla fue condenado a 50 años más y Bignone, a 14.

 

En base a la constitución argentina de esa época, los presos políticos tenían dos opciones, siempre y cuando sobrevivieran a las torturas: o se legalizaban como presos políticos sin acceso a la justicia o se acogían al exilio.

 

En ese momento, las políticas de exilio en Suiza estaban enfocadas a la marea de exiliados procedentes de los países comunistas del este y no tanto a los de países con dictaduras militares latino-americanas. No fue hasta que activistas politicos se manifestaran en contra de estas políticas, cuando Suiza, por la presión recibida, abrió fronteras para los exiliados de Latinoamérica, especialmente de Chile.

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